El sector del automóvil y demás subsectores asociados están pasando por una época de innovación y la iluminación del interior de vehículos no es una excepción. La consolidación final del vehículo eléctrico y los sistemas de asistencia avanzados reclaman avances en aspectos como la reducción de peso y el desarrollo de soluciones modulares. Además, allana el camino para nuevas funciones y necesidades de comunicación que pueden ser cubiertas con nuevas formas de iluminación.
Además, el empeoramiento de la contaminación del aire y la prohibición de circular vehículos en el centro de grandes ciudades traen consigo la aparición de nuevas formas de movilidad y modelos de negocio basados en el car sharing. La mayoría de los consumidores eligen su coche para reflejar su estilo de vida, lo que, junto con el deseo de la industria de promover una mayor variedad de diseño y tecnología, nos deja con un aumento en la cantidad de modelos de coches en los últimos años. Los diferentes modelos compiten por destacar en el mercado ofreciendo a los compradores un nivel cada vez mayor de customización, en el que se incluye la iluminación del interior.
Figura 1. Trayecto visual (verde) y biológico (azul)
Durante décadas se vienen estudiando los efectos de la luz en los humanos. Sin embargo, ha surgido un enfoque relativamente nuevo en la búsqueda de las nuevas funciones que exigen las nuevas formas de movilidad. Los efectos biológicos de la luz son causados por la estimulación de los fotorreceptores oculares. Los receptores de visión clásicos, bastones y conos, son los responsables de los efectos visuales.
Estudios realizados en los últimos años concluyen que el ojo tiene otro tipo de fotoreceptores que juegan un importante papel en los efectos no visuales de la luz y que tiene la máxima sensibilidad en la parte de onda corta del espectro visible. A estos fotorreceptores se les conoce como células ganglionares de la retina intrínsecamente fotosensibles. Su fotosensibilidad intrínseca está basada en el fotopigmento melanopsina y está vinculado al núcleo supraquiasmático. Este núcleo es la central de control de nuestros ritmos circadianos o reloj interno, entre otros efectos neurofisiológicos. Al excitarlo, se consiguen un sinfín de nuevos efectos.
Estos descubrimientos resultan muy útiles al aplicarlos a los nuevos vehículos ya mencionados y se pueden combinar con otras variables como el control de temperatura en la cabina para mejorar la seguridad. Por ejemplo, la luz ambiental puede cambiar dependiendo del grado de peligrosidad de la carretera o ayudar a los conductores a mantenerse activos y despiertos hasta que puedan realizar la siguiente parada. Las posibilidades son casi ilimitadas para estas nuevas formas de movilidad en combinación con la digitalización y la sensorización del vehículo.
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Autor: Íñigo Mateo, Ingeniero industrial del Departamento de Innovación de Grupo Antolin
